Entre las montañas lucenses encontramos un lugar donde olvidar las prisas, un caserío convertido en restaurante, donde el tiempo se detiene y es posible relajarse y disfrutar de la buena cocina mientras observamos unas vistas únicas, rodeados del silencio de las montañas. Un emplazamiento idílico con los Ancares como telón de fondo, para pasar un día tranquilo en medio de la naturaleza y saborear el encanto de Galicia.

La carta está marcada por un huerto y una ganadería propia, ambos bajo el cuidado y la producción ecológica, para disfrutar de la riqueza culinaria y el valor de lo auténtico.

Nuestra cocina tiene como base la tradición, el uso de la mejor materia prima y los productos de temporada. Los postres, también caseros, rematan un viaje gastronómico lleno de sensaciones que  nos dejarán con muy buen sabor de boca. El trato amable y cercano de sus propietarios invita a que la velada sea inolvidable.